viernes, 18 de mayo de 2012

Le Tenía miedo al trabajo de Servicio
Durante mi niñez me obsesionaba mi incompetencia. Pensaba que no podía hacer nada bien. Sea cual fuere la tarea no confiaba en mi capacidad de completarla. Los alcohólicos de mi familia necesitaban de un torpe incompetente para alimentar su autoestima; Yo desempeñaba ese papel.
Cuando crecí me aleje del mundo para protegerlo del daño. Me sentía salvaje, peligroso e ignorante. Pensaba que debía estar en una jaula. En mi interior ardía de rebelión contra mi papel de amenaza incompetente y soñaba con ser amado y admirado por hacer todo bien.
En mi primera reunión Al-Anon los miembros que todos deberían contribuir con el Servicio en el Grupo. Elegí una forma de servicio que los protegiera de mi contacto ponzoñoso.: limpiaba la cafetera. La cafetera se convirtió en la protectora de mi vida y el baño donde la llenaba, en mi jaula. Los otros miembros estaban a salvo de mí y yo de ellos. Nadie podía ver si hacia un trabajo chapucero. En esa época no tenía idea de que sufría de un falso orgullo, pensando que era poderosamente peligroso. Evitaba con el máximo cuidado el servicio de abrir el salón de reuniones para no tener que saludar a la gente. Los demás miembros me agradaban y no quería lastimarlos.
Pensaba que cualquier saludo mio sería inadecuado y podría perjudicar su recuperación. En cambio me ofrecí como voluntario para inventarios de literatura, donde debía de ocuparme de formularios de pedidos dando la espalda a otros miembros. El orgullo me impedía admitir que no podía relacionarme en sociedad.
Luego de ocho meses en un grupo Al-Anon de habla francesa, conocí  algunos miembros que hablaban inglés que me propusieron que les ayudara a formar un grupo de habla inglesa. Como éramos muy pocos, no había dónde esconderse. Todos competíamos el trabajo de fieles servidores y nos encargábamos de las tareas semanales. Con propósitos similares, no era demasiado difícil. Todos nos estábamos iniciando en el servicio y aprendíamos juntos. Por primera vez me sentía parte de un grupo de iguales. Cuando me llegó el turno de abrir la puerta, no perdí la llave, no olvidé la leche, ni provoqué la muerte de nadie al darle la mano. Al llegar mi turno para el servicio de Información Pública, el terror que siempre me acompañaba se había reducido a un ocasional acceso de inquietud. Transmití el mensaje con felicidad, agradecido de tener un mensaje que trasmitir.
Las reuniones sobre asuntos del grupo constituyeron una parte importantísima en mi recuperación. Gracias a la Segunda tradición, aprendí a expresar mi opinión sin disculparme por ello y a expresar mis ideas sin imponerlas. 
Pude separar mis emociones en cuestiones álgidas y me ejercité en confiar en que un Poder Superior nos Guiaría, sin desmoronarme cuando surgían diferencias de opinión. Lo mejor de todo fue descubrir que cometer errores es algo normal, no un delito punible con condena eterna. Para servir como representante del grupo no necesité ser perfecto, aunque admito que me llevó tres años asimilarlo.
El servicio de Al-Anon me brindó sólidos principios para la vida, un valioso sentimiento de pertenencia y un entusiasmo en la participación  que se ha extendido a otras muchas facetas de mi vida que cada vez es mucho más ocupada. Sin los requisitos del servicio dudo que hubiera adquirido el valor de expresarme en voz alta, de abrir la puerta, de creerme competente y de correr el riesgo de permitir que otros confiaran en mí. No siempre termino mis compromisos, pero cuando no lo hago, ya no me escondo en una jaula de orgullo y vergüenza. Reparo lo que puedo y sigo adelante. ¡Si esto no es un milagro entonces no reconozco el verdadero sentido de la palabra!.

De la Supervivencia a la Recuperación Pag 247-249-

SIGAMOS VINIENDO QUE JUNTOS PODEMOS Y SI FUNCIONA SI FUNCIONA........

LA RECUPERACIÓN ES ESFUERZO PROPIO Y EL SERVICIO ES EL MEDIO QUE  UTILIZAMOS PARA ENCONTRARLA.

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