martes, 22 de mayo de 2012

Aprendiendo a Orar

Tuve dificultad con el Sexto Paso durante dos años antes de lograr entenderlo. Tenía la costumbre de culpar a dos personas en particular por todos mis problemas, le echaba la culpa a una y a otra, las detestaba y me obsesionaba con cada una de ellas por turno, en lugar de concentrarme en mí misma.
Durante ese  tiempo continué aplicando los pasos. Cuando llegué al séptimo, entendí que la mejor manera de recuperarme era cambiar mis actitudes. Le rogaba a mi Poder Superior que eliminara mi obsesión por los demás y que me ayudara a concentrarme en mí misma.
Muchos de los defectos de carácter mejoraron al continuar aplicando el programa, pero aún me costaba concentrarme en mí misma. Un día una amiga de Al-Anon me regaló una taza de café que tenía inscrita una plegaria especial. Esta me reconfortaba pedirle a mi Poder Superior que eliminara mis defectos de carácter. Ella sabía cuanto yo me estaba esforzando y pensaba que ver la plegaria a diario, mientras tomaba café, podría ayudarme.
Todas las mañana leía la plegaría y esto me animaba a aplicar el Séptimo paso con más ahínco. Las intenciones de mi amiga dieron fruto con bastante rapidez. En pocos días había experimentado un despertar espiritual. Tanto en esta cuestión como en todas las demás, tenía que rendirme al dios de mi entendimiento. Comprendí que no le había estando orando, sino ordenando a mi Poder Superior que eliminara el defecto de carácter que más  quería eliminar. Finalmente, al rendirme, supe en mi interior cual debía ser el objeto de mi plegaria. Pedí que aunque fuese por sólo ese día, eliminara cualquier defecto de carácter que me impidiera ser el canal de comunicación de Dios.

Pag 170 Esperanza para Hoy

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