Cuando hubo violencia por primera vez en mi matrimonio, pensé que verdaderamente era mi culpa y que no debía decir o hacer algo que irritara a mi marido alcohólico. Si lo hacía, pensaba que él tenía una justificación,
porque en mi mente él siempre tenía razón; en consecuencia yo debía
estar equivocada. Como no quería pensar mal de él, negaba que hubiera
violencia. Sin embargo, fue la violencia la que me trajo a Al-Anon,
donde aprendí que trataba con una persona enferma y que yo también
estaba enferma. Con frecuencia se me debía recordar que yo no había
causado la enfermedad del alcoholismo, que no podía controlarla y no
podía curarla. Ya no tengo que culparme por las acciones de otra
persona. Al concentrarme en mi misma y aplicar el programa sin toda esa
culpa, puedo recuperarme de los efectos de la enfermedad. Al-anon literalmente me salvo la vida.
pag 85 sacando provecho de las crisis
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