Tenía siempre la costumbre de usar un humor sarcástico para protegerme
de los inevitables ataques de los alcohólicos en mi hogar. Me convertí
en maestro en el arte de golpear a la gente con palabras amargas y despedazarlas
con desprecio. Pensaba que esto ocultaba mi dolor y le demostraba a la
gente que no podía herirme. También usaba el humor como instrumento de
manipulación para que la gente me quisiera. Mis comentarios ingeniosos
eran cuidadosamente planificados.
Mis sentido del humor no era espontáneo ni apropiado. Lo usaba para
agradar a los demás. Sin embargo, cuando no había nadie a quien agradar,
me sentía infeliz y me odiaba a mí mismo.
En Al-Anon aprendí que si
deseaba alcanzar la serenidad tenía que examinar ciertos aspectos de mi
persona y llevar a cabo algunos cambios. Para ello usé estas tres
palabras conciencia, aceptación y acción. Primero tomé conciencia de que
mi sentido del humor cuando lo utilizo como arma de defensa, es un
defecto de carácter que contribuye al desorden de mi vida. Luego, acepté
que mi carácter sarcástico no era en realidad mi verdadera naturaleza;
era una defensa creada para sobrevivir en un medio alcohólico.
Finalmente, pasé a la acción pidiéndole a Dios que eliminará esta
deficiencia y me revelara la parte que a mí me correspondía para
lograrlo.
Hoy mi sentido del humor es un reflejo natural de quien soy. Experimento
el mundo a través de sonrisas y risas en lugar de con amargura.
Comparto alegrías con los demás en lugar de encontrar compañía para mi
infelicidad. Ayudo al prójimo a sanar en lugar de atacarlo. Permito que
mi sentido del humor se desarrolle con naturalidad, como debe ser y
observo los resultados maravillosos a medida que mi Poder superior actúa a través de mí para alcanzar un mayor bienestar.
Pag. 97 Esperanza para Hoy
SIGAMOS VINIENDO QUE JUNTOS PODEMOS Y SI FUNCIONA SI FUNCIONA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario