La expectativas constituyen un obstáculo que nos hace tropezar a muchos
al intentar luchar contra esta enfermedad de actitudes. No hay mejor
manera de sentirnos víctimas indefensas que abrigar expectativas
irreales de nosotros mismos y de otros, o confundir expectativas con
necesidades e insistir en que se satisfagan. Hacer depender nuestro
bienestar de una acción o resultado determinado es muy arriesgado.
Básicamente hacemos de esta situación una especie de Poder Superior
entregamos nuestro poder a esa persona y a las circunstancias. En
cualquier momento, un giro en los acontecimientos puede aplastarlos
sueños y planes sobre los que descansa nuestras vidas.
La vida es demasiado incierta para esa fe desubicada.
Así que nos conviene examinar las expectativas. ¿Son realistas o se
basan en Fantasías? ¿Son Flexibles de manera que podamos soltar o
ajustarlas a medida que recibimos nuevas informaciones o nos aferramos a
estas ideas frágiles e invertimos todo nuestro valor , todo nuestro
bienestar en ellas? Si permitimos que nuestras expectativas nos dominen
nos ofrecemos como mártires una y otra vez.
Pero aquí también tenemos la capacidad de cambiar nuestras actitudes. Podemos ajustar nuestras expectativas para
hacerlas más realistas. También podemos desprendernos de ellas,
vinculando nuestro bienestar y nuestra paz de espíritu a nuestro poder
superior en vez de a una situación externa. Buscando sólo el
conocimiento de la voluntad de Dios y las Fuerzas para cumplirlas
(Undécimo Paso), logramos grandes progresos en el desarrollo de una paz
interior inquebrantable y de un sentimiento de seguridad que no se ve amenazado por meras circunstancias.
Tomado del libro Como Ayuda Al-Anon a Familiares y Amigos pagina 82
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